“Libra” y el maremágnum de conceptos de seguridad que implica el uso de esta nueva criptomoneda
El mundo parece haberse revolucionado con el anuncio del próximo lanzamiento de Libra, una criptomoneda que en palabras de sus creadores transformará el sistema financiero hasta convertirlo en universalmente accesible.
Con la aparición hace unos años del blockchain o el bitcoin muchas han sido las iniciativas que han surgido en torno al concepto de las criptomonedas. En 2008, alguien llamado Satoshi Nakamoto publicó un artículo titulado “Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System” que revolucionó el mercado mundial. Y decimos “alguien” porque a día de hoy no se sabe si se trata de una persona o de un grupo de colaboradores que se unieron para divulgar el resultado de sus investigaciones. Las referencias se perdieron entonces y nunca más se supo del (o los) referido(s) autor(es). También decimos “el mercado” porque lo que en principio parecía un sistema monetario novedoso, se convirtió por extensión en un sistema fedatario compartido (P2P) y distribuido con amplias aplicaciones prácticas y cuya validez venía otorgada por un sistema criptográfico gestionado en forma de red de colaboradores.
Maremagnum de ideas
Fijémonos que en solo dos párrafos hemos introducido un buen número de conceptos que resultarán poco conocidos para una parte significativa de los lectores. Palabras como criptomonedas, blockchain, P2P, sistema fedatario, criptografía, etc. Todos son términos abstractos que día a día se han hecho habituales pese a la dificultad que transciende su asimilación para una sociedad acostumbrada a utilizar conceptos más tangibles.
Pues bien, ahora resulta que una alianza de organizaciones, lideradas por Facebook, el adalid de las redes sociales, nos dicen que, a mediados del próximo año, 2020, van a lanzar una unidad virtual, una criptomoneda, que pretenden convertir en moneda de uso universal.
No entraremos en disquisiciones económico-filosóficas sobre la oportunidad o no de disponer de una moneda única a nivel mundial; resultaría cuanto menos arriesgado. Sin embargo, sí que parece interesante que pongamos sobre la mesa algunos conceptos que son mencionados por los impulsores de la referida criptomoneda y que pueden ayudarnos a comprender mejor los problemas de ciberseguridad a los que se enfrenta este nuevo “dinero de internet”.
Trataremos de hacerlo entendible sin tener que profundizar demasiado en los fundamentos teóricos y técnicos de los términos propuestos.
Blockchain
Comencemos por el concepto de blockchain. Mucho se ha escrito ya sobre él. De forma simplificada, el blockchain o cadena de bloques, planteado desde un punto de vista financiero, es algo así como un libro de cuentas o registro; una carpeta ordenada de páginas (bloques en terminología adecuada) a la que se anexan operaciones monetarias, sean estas de ingresos o pagos. Cada nueva página, numerada adecuadamente, debe ser coherente con la página anterior de modo que un apunte en una página no debe contradecir los apuntes de las páginas previas. Más aún, si en algún momento alguien decide modificar una página ya archivada se debería poder detectar de forma inmediata, y en su caso corregir. Así se garantiza que en el libro de registro todo está “conectado y bien conectado”.
Sistema federado
Pero ¿quién decide cuándo una página debe ser añadida? ¿Quién determina que lo que pone en esa página es veraz? Ahí interviene el concepto de sistema fedatario federado. En nuestro ejemplo, para dar confianza al sistema, el libro de registro se copiaría y se distribuiría íntegramente a todo aquel que quisiera actuar de fedatario; a cualquiera que quisiera dar fe de que una nueva transacción es correcta. Así pues, con cada nueva página, todos los fedatarios comprobarían si esta es consistente con su propio libro de registro y propondrían añadirla o no en función de su propio criterio (es lo que se conoce como PoW o Prueba de Trabajo). Y lo más importante, lo comunicarían al resto de los miembros poniéndose en contacto con ellos (P2P).
Obviamente se podrían producir dos situaciones potencialmente conflictivas: (1) que alguna copia del libro de registro original hubiera sido alterada intencionadamente y con ello se produjeran errores futuros y (2) que los fedatarios llegaran, por motivos diversos, a conclusiones diferentes sobre si añadir o no la página (y así se lo comunicaran al resto de los miembros).
Hash
Para resolver el primero de los problemas el sistema utiliza la criptografía como elemento de autenticidad. Es lo que se conoce como su hash, un identificador único (una marca de agua o una huella, por poner un ejemplo) tal que cualquier cambio en una página hace que el hash cambie de valor. Así, la página y el identificador quedan relacionados de manera unívoca. Si alguien modificara una página, su identificador también cambiaría y se detectaría la alteración. Técnicamente este mecanismo de hash aplicado al libro de registro estaría basado en un modelo de representación que se conoce como el árbol de Merkle. Un modelo que permite encadenar el efecto de cualquier cambio en el hash de una página tal y como lo harían las fichas de un dominó. Es decir, el sistema podría detectar dónde se ha producido un cambio que ha alterado el contenido.
Mecanismo de consenso
Para el segundo de los problemas se utiliza lo que se conoce como el mecanismo del consenso, es decir, un método de decisión tal que, una vez conocida la opinión de los fedatarios, decide si se debe añadir o no la página al libro de registro.
Existen múltiples mecanismos para tomar esa decisión. Quizás el método más divulgado para esta toma de decisiones es el que se conoce como el método de los Generales bizantinos (Byzantine Fault Tolerance –BFT). Se trata de un método que se explica en base a un problema genérico planteado para resolver un dilema ante una orden dada por un General de un ejército que debe ser adoptada por sus oficiales y que se encuentran dispersos en lugares remotos. El objetivo es actuar de la forma correcta. Además, la acción debe ser adoptada globalmente por todos los oficiales —aunque pueda ocurrir un número indeterminado de sus oficiales subordinados puedan estar actuando de forma ilícita, tratando de traicionar a su ejército. No profundizaremos en los detalles de la solución, si bien diremos que existe un mecanismo para tomar la decisión más acertada siempre que los “traidores” no superen un tercio del número total de oficiales del ejército.
Regresando al mecanismo de consenso, la toma de decisión sobre nuestro libro de registro sigue un planteamiento similar al método de los Generales bizantinos: se debe decidir si añadir una página, aun sabiendo que puede haber fedatarios interesados en subvertir el funcionamiento. En un sistema fedatario distribuido de blockchain es lo que se conoce como el mecanismo BFT. Con ello se resuelve el problema de añadir o no una página al libro de registro sin faltar a la verdad y pese a la presencia en el sistema de elementos hostiles —o siendo menos desconfiados, erróneos. El objetivo es que la inclusión de esa nueva página en el libro de registro sea correcta.
Criptomoneda
Con estos pocos conceptos sería suficiente para comprender el fundamento teórico de Libra —o eso esperamos. A partir de aquí, el resto del proceso consistiría en realizar transacciones, apuntarlas en una página y esperar a que los fedatarios certificaran su autenticidad en caso de que fuera añadida al libro de registro. Un procedimiento que puede seguirse por métodos electrónicos de forma sencilla. Al fin y al cabo, se trata de un sistema aparentemente robusto construido sobre la cadena de bloques y respaldada por un sistema fedatario basado en el consenso de sus actores.
Solo nos faltaría definir lo que es una criptomoneda, aunque realmente no nos extenderemos demasiado en su explicación. Básicamente se trata de una unidad abstracta cuyo valor vendrá dado por la credibilidad que le otorgue el sistema económico. Si se piensa bien, nada muy diferente al concepto que tenemos actualmente del euro, dólar, yen o cualquier otra moneda puesta en circulación por diferentes países. Todo está basado en la credibilidad. No en vano, ya hace algunos (bastantes) años que se desligó el valor de estas monedas de su correspondencia con activos como el oro, la plata, etc.
Diferencias con otras criptomonedas
Pese a todo, algunos pensarán ¿cuál es entonces la ventaja real de la criptomoneda? Pues fundamentalmente que su uso será netamente electrónico y, lo que es más importante, externo al sistema financiero. Como sus defensores propugnan, ¡adiós a los banqueros! Algo nada despreciable. Más de 1.700 millones de personas actualmente están fuera del ecosistema financiero tradicional pese a que más de 1.000 millones tienen un teléfono móvil y más de 500 millones disponen de una conexión a internet.
Las criptomonedas permitirán realizar transacciones (apuntar operaciones en una página, siguiendo el ejemplo anterior), sean estas de compra, de venta o meras transferencias de criptomonedas entre dos personas (o entidades), teniendo como fedatarios del acuerdo a un número de entidades que velarán por la validez de la transacción. Comprar productos, pagar hoteles, transferir dinero entre particulares, subscribirse a servicios estarán dentro del abanico de operaciones posibles a realizar con la criptomoneda.
Pero, de nuevo, surge una pregunta: ¿en qué se diferenciaría la Libra de otras criptomonedas que ya están disponibles en el mercado? Las respuestas que dan sus promotores son múltiples, pero destacan fundamentalmente dos. Primero, que será una criptomoneda basada en soluciones abiertas y accesibles a cualquier persona interesada en explotar su uso. Aquí las redes sociales y la presencia de Facebook parece que tendrán mucho que decir. Segundo, que estará referenciada a activos cuantificables, muy alejada del modelo basado en expectativas que abanderan otras criptomonedas.
Libra Association
Para llegar a ese punto, la Libra Association, como se llama su grupo impulsor y que actualmente incluye a unas pocas decenas de participantes, está desarrollando un lenguaje de programación, llamado Move, que incluirá todos los mecanismos de ciberseguridad que hemos mencionado. El objetivo es que la asociación actúe como grupo de validación, o fedatarios, de cualquier transacción.
Asimismo, la emisión de criptomoneda estará ligada indefectiblemente a activos cuantificables de modo tal que para emitir una Libra se necesitará depositar un valor activo equivalente como reserva. De esta forma se mantendrá un valor real y razonablemente estable de la criptomoneda. Realmente se trata de una aproximación conservadurista frente al modelo de libre emisión y fluctuante de otras criptomonedas. En cierto modo, el sistema volverá al antiguo marco de referencia, respecto a activos vigente en los años setenta del siglo pasado. A cambio, esta aproximación, en palabra de los impulsores, transmitirá confianza al usuario en cuanto a su convertibilidad.
En definitiva, Libra será una solución a medio camino entre el modelo tradicional basado en activos y el emergente modelo de criptodivisas netamente virtuales. Ahora nos toca esperar a ver el grado de aceptación que tiene entre los usuarios y el impacto regulatorio que supone en el mercado financiero internacional. ¡Ah!, por cierto, en Libra no existen los mineros. Ese debate lo dejamos para otro momento.