Los peligros mil veces repetidos
El pasado 30 de junio se celebró el día de las redes sociales. Este año, queríamos celebrar la efeméride resaltando el papel que jugamos los padres a la hora de contribuir a un uso seguro y responsable de las redes sociales por parte de los usuarios más pequeños.
Ecosistema de las redes sociales
Numerosos estudios muestran que los menores de edad actualmente consumen recursos en Internet en una proporción muy superior a lo que lo ocurría hace apenas un par de años.
Las redes sociales, el streaming o los videojuegos son los nuevos entretenimientos de nuestros hijos. Unos “juguetes” en los que a menudo resulta difícil discernir qué es seguro y confiable.
Nos cansaríamos de presentar estadísticas mostrando el porcentaje de niños, de diferentes edades, que tienen cuentas en diferentes redes sociales y que sin embargo no son capaces de diferenciar aquellos contenidos en los que pueden, o no, confiar; o la ratio de jóvenes que desconocen las motivaciones económicas que se ocultan tras las recomendaciones de los modernos “influencers” o “youtubers”. Precisamente en este ecosistema, constituido por adultos y menos adultos, es donde los niños resultan ser los más vulnerables.
Los niños y su proceso de madurez
Lo más preocupante de ese desconocimiento es que conduce a situaciones en las que, preguntados por el tiempo que creen que dedican a Internet, muchos niños y preadolescentes declaran que “no les parece demasiado”; más aún, ni siquiera perciben inseguridad en sus relaciones en redes sociales —pese a que, según estadísticas, más del 40% de las personas que siguen sus comentarios o interacciones no sean “realmente amigos”—.
Partiendo de esta premisa, y en un contexto donde la transformación digital adquiere cada vez mayor protagonismo, resulta relevante incidir en la responsabilidad que todos (profesionales, administraciones, familiares y demás actores humanos del ecosistema) debemos asumir a la hora de proporcionar medios y conocimientos que, de acuerdo con la madurez de nuestros hijos, muestren un uso responsable y seguro de los contenidos que las redes sociales ofrecen.
Papel de los padres y nuestras recomendaciones
La realidad dice que, a menudo, somos los padres, con nuestros limitados conocimientos, los que asumimos el papel de únicos orientadores de cabecera. Un error básico, pero desgraciadamente habitual. No en vano, pretender que sean los progenitores los que tomen ese protagonismo puede llegar a proyectar una visión miope de las redes sociales que nos conduzca a cometer muchos errores, con recomendaciones confusas que puedan llegar a ser perjudiciales para nuestros hijos.
Precisamente por eso, a continuación, y con la debida prudencia, trataremos de hacer algunas “contra-recomendaciones” sencillas, dirigidas a impulsar el análisis crítico por parte de esos padres cuando se dirigen a sus pequeños respecto al uso de Internet.
Anonimato y perfiles falsos
Cuidado con recomendar a nuestros hijos utilizar el anonimato o los perfiles falsos cuando compartan información a través de redes sociales.
Aunque, de algún modo, el anonimato permite expresar opiniones de forma libre (o incluso desinhibida) puede conducir a que se comparta excesiva información que anule ese anonimato o que resulte en una invitación a hacer comentarios inapropiados. El mensaje, pues, no está tanto en si actuar ocultos o no, sino en debatir sobre qué información deberían compartir.
Adhesión a las modas
Ser el primero en adherirse a una moda de Internet no siempre es bueno.
La aparición de nuevas tendencias, aplicaciones o entornos de relación está haciendo de Internet un mundo tremendamente cambiante. Por ejemplo, conceptos como el de Metaverso son aún difícilmente entendidos por los adultos, cuanto menos por los niños. Observar y esperar no es una mala opción.
Terceras personas confiables
Las comunicaciones directas con terceros, aunque sean conocidos, no siempre tienen por qué ser confiables.
Por ejemplo, las cadenas en el envío de mensajes a menudo ocultan un punto de partida poco recomendable que requiere de un análisis más profundo. Los sentimientos de solidaridad o pertenencia a un grupo en ocasiones persiguen objetivos que pueden resultar ilícitos. Preguntarse quién, de verdad, está al otro lado de la comunicación es algo que siempre deberíamos hacer.
Videos e interacción de usuarios
Las plataformas de videos no son entornos pasivos donde exclusivamente visualizar información para el entretenimiento.
También tienen publicidad o secciones de comentarios que pueden convertirse en puntos de entradas para ciberataques a través de enlaces o descargas de software sugeridos como material complementario. Videos, publicidad y comentarios forman un todo que deberíamos tener presente.
Plataformas de juegos y otros accesos
Los videojuegos no siempre tienen su espacio de acción limitado.
Jugar con amigos o desconocidos a través de la red no solo significa interactuar a través de un avatar seguro y anónimo, también puede implicar que se utilicen otros elementos como cámaras o sistemas de audio que puedan servir para aplicar técnicas de ataques de ingeniería social. La interacción en tiempo real con terceros debe partir de la base de qué tipo de interacción vamos a permitir y cual debe ser su alcance.
Más propuestas…
Seguramente podríamos mencionar otras ideas, pero no nos extenderemos por el momento para evitar ser pesados; ciertamente el año que viene tendremos otro nuevo “día de las redes sociales” y entonces seguro que volveremos a recordar algunas de estas cosas.